Aunque en realidad a todos —bueno, a casi todos— nos encantan los animales, todos conocemos a alguien que es realmente apasionada de, por ejemplo, los perros… Y también está esa gente que va más allá y trata a sus perros como si fueran sus hijos. Para algunos es lo más lógico, y para otros es enfermizo… ¡nosotros no os juzgamos!
Eso sí: a nosotros no se nos pasaría por la cabeza por ejemplo tener una relación sentimental con alguien a quien no le gustan los perros. O somos incapaces de ver películas en las que los perros mueren, como Soy leyenda —perdon por el spoiler, pero es que todavía no lo hemos podido superar. Aunque también os decimos que nuestros hábitos están más cerca de los de un “amante de los perros” que de lo que llaman “perropadre“.
Sea como sea, un perro no es un “objeto“, pero puede ser el mejor de los regalos… Os dejamos con la conmovedora historia de un perrito contada por su dueño que os dejará el corazón más blando que nunca:
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