Mandy llevaba 8 meses de embarazo cuando comenzó a sufrir de un dolor de cabeza intenso y persistente. Con el tiempo, el dolor de cabeza afectada su discurso hasta el punto que estaba arrastrando las palabras.
Debido a su experiencia de trabajo en la Asociación Americana del Corazón, el instinto de Mandy le dijo que había sufrido un derrame cerebral, a pesar de que ella tenía sólo 28 años. Mandy se sorprendió cuando los médicos confirmaron que era de hecho un derrame cerebral “hemorrágico”.
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El equipo médico actuó con rapidez, no solo para salvar la vida de Mandy, sino también la vida de su bebé por nacer. Para dar a su hijo la mejor oportunidad de supervivencia, Mandy se vio obligada a someterse a una cesárea de emergencia. Ella se negó a darse por vencida.
Después del nacimiento de su bebé, los médicos realizaron una resonancia magnética en el cerebro de Mandy y recibieron la noticia más impactante: un vaso sanguíneo reventado en el cerebro de Mandy, había herniado su tronco cerebral. En este punto, los médicos esperaban lo peor; habían pocas posibilidades de que Mandy viera a su bebé recién nacido de nuevo.
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Pero lo que sucedió después es algo que incluso dejó a los médicos atónitos. Mandy, una mujer de 28 años de edad, de Denver, tenía 8 meses de embarazo cuando comenzó a experimentar intensos dolores de cabeza y dificultad para hablar. Tenía la sensación de que había sufrido un derrame cerebral, y tenía razón.
Su estado era tan grave que los médicos temían que fuera a morir.
Se vio obligada a someterse a una cesárea de emergencia pero luego los médicos descubrieron otra preocupación aterradora. Un vaso sanguíneo roto en el cerebro de Mandy. Había tanta presión en el interior de su cráneo que se hernió su tronco cerebral.
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Inmediatamente después del parto, Mandy fue trasladada en helicóptero al Centro Médico Sueco para una cirugía intensiva.
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